martes, 24 de diciembre de 2013

EL NACIMIENTO DE UN SOL




Los dioses estaban preocupados porque el más hermoso de sus infinitos universos, cada vez más expandido, envejecía aceleradamente escapando a su control. Algunos soles ancianos, a punto de apagarse, se negaban a morir manifestando su enfado por medio de tormentas que alteraban el curso normal de las galaxias, e incluso algunas viejas estrellas comenzaban a imitarlos, destruyendo el polvo cósmico que fecundaba a las etéreas y bellas nebulosas. Soles malignos desintegraban sin piedad a otros más jóvenes por miedo a perder su hegemonía. Las galaxias, inquietas por falta de luz, empezaban a competir entre ellas y se miraban de reojo. Los planetas tenían cada vez más frío, algunos amenazaban con independizarse y salirse de la órbita para acercarse a su cada vez más débil sol. Los satélites, asteroides, cometas y demás astros menores se revolvían alterados, saliendo despedidos en todas direcciones, chocando entre ellos o estrellándose contra planetas y estrellas.






Los dioses convocaron entonces una reunión urgente para tratar este desorden cósmico. El dios Pragmático propuso castigar a ese universo díscolo devolviéndolo al Inicio, concentrando otra vez materia y energía en el punto que había sido antes de la Gran Explosión. Pero la bondadosa diosa Magiar pidió una segunda oportunidad para ese universo tan hermoso. Convenció a todos con el argumento de que este punto energético podría ser robado fácilmente por Ojiar, el Señor del Mal, quien a través de un agujero negro se lo llevaría a su tenebroso universo para aprovechar su luz.






En principio decidieron que el dios Cronos parase el tiempo mientras no encontraran una solución. Luego la diosa Energía, transportada por el dios Espacio, transmitió nuevas fuerzas a las galaxias cuyos soles se estaban apagando. Estas primeras medidas eran provisionales, ya que el pequeño universo necesitaba un remedio eficaz. Después de deliberar entre todos, ayudados por la diosa Intuición decidieron que lo mejor era crear un nuevo sistema solar que sirviera de modelo.








 La diosa Materia seleccionó las más bellas capas desprendidas por una gran estrella roja en su paso a enana blanca, y con ellas creó una pequeña  nebulosa a la que que llamaron Esperanza. Cuando ésta llegó a la adolescencia, la diosa Magiar la fecundó con el polvo cósmico más brillante que guardaba en su semillero. Esta nebulosa, pasados nueve millones de años siderales, se transformó en un pequeño y resplandeciente sol, tan hermoso que hasta los dioses al verlo se enternecieron tanto que le ofrendaron la divinidad.







Cuando el dios Cronos puso otra vez en marcha el Gran Reloj, el pequeño dios Sol  iluminaba de tal forma el universo que las galaxias se estremecieron de felicidad y los planetas, satélites, cometas y asteroides silbaban dulcemente mientras giraban sobre sí mismos en perfecta armonía con sus respectivos astros. Los soles moribundos comprendieron entonces la grandeza del universo y su soberbia se transformó en gratitud hacia ese nuevo sol que les hacía el regalo de calentar e iluminar su senectud. Todos miraban extasiados hacia el pequeño dios.






Ese momento mágico quedó guardado en la memoria universal. Cada vez que se da la misma conjunción astral ese pequeño y hermoso universo celebra una gran fiesta en honor del nacimiento de su dios Sol.






FELICES FIESTAS A TODOS.

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