Una de las cosas más interesantes de los mitos y leyendas es que rompen la barrera del tiempo. Se transmiten de unas civilizaciones a otras a través de siglos y milenios, algunas veces repetidas en su versión original, otras transformadas al gusto y fantasía de las nuevas generaciones. Un antiguo papiro egipcio cuenta un relato estrechamente vinculado a varias leyendas populares occidentales y cuyo eco llega hasta Romeo y Julieta, por no citar otras historias. Dice así:
" Había una vez un rey que no tenía hijos, por lo que estaba muy preocupado y rogaba a los dioses que le enviaran un descendiente. Después de algún tiempo le fue otorgado un hijo. Tres magas fueron a visitarlo y, nada más verlo, declararon: " Su destino es morir por causa de un cocodrilo, de una serpiente o de un perro ". Cuando el rey oyó esta predicción tuvo mucho miedo por la vida del pequeño príncipe y decidió llevarlo a un lugar donde nada le podría pasar. Mandó construir un castillo en pleno desierto, y envió servidores de confianza con la misión de cuidar al muchacho e impedirle salir del castillo. El príncipe crecía así en toda seguridad y tranquilidad en aquél extraño hogar en medio del desierto.
Un día el joven vio a un hombre seguido de un lebrel y preguntó a sus sirvientes qué animal era aquél. Le respondieron que un perro y el príncipe quiso tener uno. Consultado el rey al respecto, decidió que le llevaran un perro pequeño que no pudiera hacerle daño. El príncipe creció en compañía del perro hasta hacerse un hombre fuerte y robusto. Entonces escribió a su padre: " Por qué me tienes encerrado aquí ? Las magas han predicho mi destino, déjame al menos gozar un poco de la vida, Dios obrará como le plazca ". El rey accedió al deseo de su hijo; le dio un caballo, un carro y toda suerte de armas y le dijo: " Ve donde tú quieras ".
El príncipe se dirigió hacia la frontera oriental del imperio, desde allí atravesó el desierto y llegó por fin a Mesopotamia, siempre seguido de su fiel perro. El rey que gobernaba sobre este país tenía una hija única, de una belleza deslumbrante, pero no sabía con quien casarla. Mandó construir un castillo de mucha altura sobre una roca escarpada. Luego convocó a todos los príncipes del entorno y les dijo; " Aquél que llegue a la ventana de mi hija la recibirá en matrimonio ". Todos los jóvenes príncipes lo intentaban cada día, pero ninguno era capaz de llegar a la ventana, la roca era demasiado escarpada y el castillo demasiado alto.
Un día que estaban intentándolo como de ordinario apareció por allí el príncipe de Egipto con su caballo y su perro. Los otros príncipes lo saludaron y preguntaron quien era. Como quiso ocultar que era el hijo del faraón respondió; " Soy el hijo de un oficial egipcio. Mi madre se murió y mi padre volvió a casarse. Mi madrastra me detesta y me obligó a marchar de casa ". Los jóvenes príncipes invitaron al recién llegado a unirse a ellos y le contaron por qué estaban allí reunidos. El príncipe egipcio decidió probar su suerte y ! oh, sorpresa ! alcanzó la ventana de la princesa, quien, en cuanto lo vio, se echó en sus brazos y lo colmó de besos.
Cuando el rey se enteró que uno de los jóvenes había llegado a la ventana preguntó de qué príncipe se trataba. Le respondieron que el vencedor no era un príncipe, sino el hijo de un oficial egipcio. El rey se indignó y dijo: " Voy a dar yo mi hija a un fugitivo egipcio ? Enviadlo de vuelta a su país ". Pero cuando los mensajeros del rey le dieron ese mandado, la princesa se abrazó a él y dijo: " Si os lo lleváis no volveré a comer ni a beber. Me dejaré morir ". Cuando le transmitieron esta noticia, el rey ordenó matar al joven delante de la princesa, pero ésta envió el siguiente mensaje a su padre: " Si lo matáis, yo estaré muerta como él. No le sobreviviré ni un momento ". Ante esta situación el rey tuvo que consentir el matrimonio.
Después de la boda el príncipe dijo a su joven esposa: " Yo estoy condenado a morir por un cocodrilo, una serpiente o un perro ". " Entonces, dijo la princesa, por qué andas siempre con ese perro ? Hazle matar ". " No, respondió él, no voy a matar a mi fiel perro. Me lo regaló mi padre cuando era un cachorro, nos hemos criado y crecido juntos ". La princesa quedó muy preocupada por aquél augurio y no dejaba nunca a solas a su esposo por miedo a que le pudiera suceder algo. Tiempo después el príncipe decidió volver a Egipto, por lo que regresó con su mujer y su perro.
Un día que el príncipe estaba durmiendo una serpiente se introdujo en su habitación y quiso morderle. Pero su mujer se despertó e hizo una señal a sus servidores para que le pusieran una copa de leche a la serpiente. Esta bebió tanta leche que le fue imposible moverse. La princesa aprovechó para matar al animal con un puñal. A continuación despertó a su marido y le dijo: " Mira, Dios te ha hecho más poderoso que sus propias sentencias de muerte. Esta serpiente te iba a matar y está muerta. Lo mismo sucederá con las otras dos predicciones ". Otro día el príncipe se paseaba por sus tierras acompañado del perro. De repente el perro venteó una caza y se lanzó en su persecución seguido del príncipe. LLegaron a orillas del Nilo y un cocodrilo atrapó al joven príncipe diciendo: " Yo soy tu destino, que te persigue ".
El papiro no dice más. El cuento termina así, de repente, y nos deja en ascuas, sin saber qué paso, si el príncipe se salvó o finalmente se cumplió el veredicto de las tres magas. Quedamos a la espera del siguiete capítulo de esta historia. Podrá ser que los egipcios hayan inventado el culebrón y la telenovela ?