NO ME TOQUES LA BARRETINA

La península ibérica está poblada de numerosos pueblos venidos de todas partes, que se han arreglado como han podido para vivir en el ombligo del mundo, según general creencia en ellos, aunque otros piensan que se trata de otro tipo de agujero - negro - de cuyo nombre no quiero acordarme. En verdad, en verdad os digo que la península Ibérica ocupa un espacio estratégico importante en la geografía terrestre: Desde Atapuerca hasta Matalascabras, y más aún, los pueblos ibéricos fueron dejando a través del tiempo un poso cultural muy profundo, a veces demasiado. En tiempos lejanos se representaba a la península Ibérica como la cabeza de Europa, de la que hoy es más bien aquello de lo que no quiero acordarme. Punto extremo de Occidente, puente entre Europa y África, puerta del Mediterráneo, camino hacia un Nuevo Mundo y pera limonera, la península Ibérica es encucrijada de pueblos y culturas. A lo largo de milenios, con sus siglos incluidos, la península Ibérica se pobló de especímenes de lo más variopinto, desde Tirios y Troyanos hasta griegos y romanos que, junto con los celtíberos, iban todos de líberos. Y siguen en esas. 

Las costumbres y particularidades de estos pueblos fueron fundiéndose en un crisol donde cada uno dio y tomó lo que pudo, lo que quiso, lo que le dejaron o lo que le obligaron, en un toma y daca infinito que no tiene fin, que es lo nuestro. Con el paso del tiempo, y dentro de un contexto extrapeninsular y espacio-temporal general, en el contexto peninsular ibérico ( también llamado umbilical ) se contextualizaron dos tipos de usos, costumbres, tradiciones y más que te diré, llamados hechos: 

1- los hechos comunes, más numerosos y productivos.

2- los hechos diferenciales, más escasos e improductivos.

Mejor dicho:

1 - LOS HECHOS DIFERENCIALES

2    los hechos comunes 

Ahora vamos a entrar en el mundo de la moda. 

Las modas nacen, crecen, viven y mueren; vienen, pasan, vuelven o están demodé. Algunas pasan a ser uso, costumbre, tradición e incluso ley, y más de una se consagra para que todos, quieran o no, adoren lo consagrado. Y de esto podría poner ejemplos divinos. Entre las muchas modas en boga que recorrieron la península Ibérica, llegó hace casi dos siglos una, más obsoleta que una castañeta, que en la península Ibérica, tierra precisamente de castañetas, panderetas y banderillas, entre otras cosillas, mantienen ( la tal moda obsoleta ) con la sagrada divisa, siempre en alto enarbolada, de " contumacia en el error, firmes en el empeño, inasequibles al desaliento ", que para eso somos, a mayores, reserva espiritual de Occidente y otros méritos que ni nombro. Esta moda, olvidada ya hace tiempo en otros territorios más civilizados, en la península Ibérica hunde sus raíces más allá del roble de Malpica y de las cuevas de Altamira, nace y renace cual ave Fénix, y se fosiliza en forma de adoquín. 

Esa moda, o remoda demodé, dicho con mayor propiedad, se llama nacionalismo, ideología de la que ya hablaremos en otro momento, por no meteros un ladrillazo. Apuntar tan sólo que aquella moda predicaba justamente lo contrario de lo que dice el nacionalismo celtíbero, dando lugar a la creación de los estados italiano y alemán, que pasaron de ser pequeños senoríos siempre a merced de potencias extranjeras a convertirse en dos invitados de peso en el concierto europeo. Y ya se sabe como acabó esa moda.

Pero como las modas europeas suelen llegar a España tarde, mal, arrastro y hechas unos zorros, los nacionalistas celtíberos las cosieron y zurcieron según su buen saber y entender, que no es mucho al parecer, y siguen en ello, desempolvando los más viejos manuscritos, rebuscando en el fondo de SUS historias, resucitando las leyendas más antiguas, suyas o prestadas, y descubriendo los mitos más sagrados. Todo esto queda consagrado y considerado HECHO DIFERENCIAL irrefutable, incontestable y milagroso, y es mostrado al pueblo como las tablas de la ley. O se es o no se es, apelando si hace falta al grupo sanguineo para demostrar el pedigrí. Así como lo cuento. Y lo que haga falta, oiga, que en eso no son nada diferenciales. Demostróse incontestable e inapelablemente que los HECHOS DIFERENCIALES son el alfa y omega de tó, su grandeza e importancia es infinita, y no tienen nada que ver con los hechos comunes, tan numerosos como vulgares, y que hay que extirpar sin contemplaciones, como un cáncer asqueroso. 

He aquí, por ejemplo, GRANDES HECHOS DIFERENCIALES: La barretina. La boina. La gaita. Las castañuelas, que ya lo dije. El botijo... Y más. Qué os voy a contar que no sepáis los españoles. La verdad, que gran lástima que no reconozcan al menos los cinco hechos comunes necesarios e imprescindibles a todo celtíbero, tan numerosos como productivos: la guitarra, la tortilla, la sangría, la fiesta y la siesta. Y el futbolín, pa que no falte de ná, que lo inventó un gallego. Fisterra le llaman. Porque es de allá, de Finisterre, del fin del sitio ese que no nombro. Pues eso. Y si se quieren perder el queso de aquí, el jamón de allí, y todo lo demás, pues allá ellos. Y el pan tumaca. Lo demás no es que me olvide, es que no cabe.

Todo esto que os escribo no es porque me haya dado una diarrea mental. O mas bien sí. Lo cierto es que ando muy descolgada de las cosas de España. Le acabo de dar un repaso a las noticias y quedé tal cual me veis. Anonadada .No puedo expresar mis sentimientos y sensaciones porque fue demasiado fuerte. Droga dura Españita. Desconecté porque era demasiao pa mi body. Luego me quedé con lo de Catalunya ( ya lo pongo así para evitar mosqueos ), supongo que porque era de lo que más se hablaba y fue lo que más me impresionó. Y tuve que venir aquí a recomponerme. Os digo que no pasé de los titulares. Cuánta caña en España. Cañita brava por la costa Brava. Olé. Cuando España no va bien es que va DE PUTA MADRE. 

                                    

Pregunto:

Más va a menos o se supera a sí mismo ? 

Por hoy no os doy más el ladrillazo, pero esto del nacionalismo se merece un segundo capítulo. Por lo menos. Aún no hablé de la barretina. De origen frigio, fíjate. Mira por donde, se va a armar la de Troya. 

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