Lo que me lleva a leer mucho sobre ellas, al fin y al cabo es una faceta más del ser humano, un atavismo que, desgraciadamente, la mayoría de este planeta no es capaz de superar, y un fenómeno curioso del espíritu humano: defendemos la mentira y la fantasía con la misma energía que negamos la verdad y la realidad. Y así nos va. La religión es, pura y simplemente, superstición, una conducta irracional que, por desgracia, sigue formando parte de ese espíritu " humano ", más sometido a las leyes del instinto básico que a las de la razón, un humano más visceral y primitivo que racional. Y la religión no es más que eso, la razón de una sinrazón que se quiere imponer por la fuerza... para mantener a una casta que vive de ello. Punto final. No hay más historia. Al final no hay más Dios que don dinero y vivir del cuento.
Hasta hoy nadie ha podido demostrar la existencia de Dios, y eso que llevan milenios intentándolo. Evidentemente, nunca lo conseguirán. En todo caso, la religión debería, por un lado, apelar a la razón y a la ciencia ( se supone que Dios es razón pura, la ciencia es su consecuencia ) y, por otro, retornar a sus fuentes primigenias, a algunas al menos, y dejar de una vez esos dogmas absurdos, ridículos y estúpidos que hay que tragar como ruedas de molinos. Antes que adorar entelequias insensatas, es preferible adorar a las fuerzas de la naturaleza o al sol como hacían los egipcios, con una lógica elemental pero aplastante: el sol nos da la vida, sin él se acabó la existencia.
Para un humano descendiente de aquél homo erectus que lo único que sabía hacer era caminar y tirar piedras, llegar a levantar una civilización como la egipcia antigua era un paso de gigante, intelectual y, sobre todo, tecnológico. Que adorase al sol y le escribiese salmos, canciones, poesías y lo que haga falta para expresar sentimientos era su forma natural de ser. Lo que no se concibe es que miles de años más tarde, millones y millones de idiotas sigan recitando las mismas plegarias plagiadas y replagiadas a través de los siglos, sin saber que en realidad, por poner un ejemplo, un cristiano o un musulmán cuando rezan están adorando entre otros a Ra, dios Sol egipcio y a Tammuz, dios de las cosechas mesopotámico: seis de los mandamientos de la Biblia son plagio de otros anteriores en la religión de Akenaton ( siglo XIV a. C. ); por su parte, el dios sumerio Tammuz juega tanto y más que Ra y otros dioses en la formación de la personalidad de Dios o Alá. Por cierto, Tammuz es el primero que apareció sobre las aguas en una cestilla, lo mismo que Moisés, sólo que unos dos mil años antes, creando escuela, porque en cestillo de mimbre vinieron al mundo mundial Sargón de Akad y hasta Rómulo y Remo. Recordáis ? Las leyendas van de boca en boca, de pueblo en pueblo a través de los siglos. El pobre Moisés tiene que ponerse a la cola de los aficionados al rafting.
La Biblia es en realidad un libro de historia antigua, un libro de crónicas antiguas que se remontan, o pretenden remontarse ( vamos a dejar lo de la Creación a un lado ) a tiempos posteriores a la III dinastía de Ur en Mesopotamia, que es de donde " se supone " que viene Abraham hacia el siglo XVII o XVIII a. C. Desde entonces se puede seguir un trazado histórico por aproximación, siempre con muchas cautelas, pero efectivamente muchos relatos de la Biblia son hechos históricos probados, la única pega es que generalmente estos hechos históricos dejan el testimonio bíblico por los suelos, con general y escandaloso cabreo del estamento sacerdotal que, lamentablemente, ve que su Dios y, sobre todo, su chollo, es un cúmulo de desatinos, encima irracionales, pero insiste y persiste porque es de lo que vive y quiere seguir viviendo, y para ello se aferra al clavo ardiendo del dogma sagrado, infalible y lo que haga falta. Venga Dios y lo vea.
El Torá o Pentateuco apareció, según el propio texto bíblico, en el templo de Yahvé " (Jueces 2, 22.8) mientras los sacerdotes estaban fundiendo plata, que es lo más agradable a Dios. Pero el Torá no es más que un montaje. Un montaje genial, hay que reconocerlo y quitarse el sombrero. Este libro de la " LEY ", del que no hay ninguna referencia anterior, prueba ni razón para que estuviese escondido y, menos, olvidado, sirvió a la clase sacerdotal hebrea para hacerse con el poder político en un momento muy delicado de la historia de Palestina. Lo cierto es que dieron un golpe de estado perfecto. Como tenían el privilegio de ungir al rey ya habían ungido a Josías a los ocho años, cuando era digamos un pequeño " seminarista ". Hay un acuerdo entre la casta sacerdotal de los reinos de Judá e Israel, o al menos un sector procedente del reino de Israel, exiliado en Judá por problemas políticos que tenían entonces con Babilonia.
Entre todos redactan el Torá, que tiene, además de las fuentes originales egipcias por Occidente y mesopotámicas por Oriente, también las propias de los hebreos, desde que eran nómadas por el desierto hasta que se escribió el libro y, fundamentalmente, las " fuentes " de la casta sacerdotal, que metieron lo que les dio la gana, como les dio la gana, y no se paraban en barras plagiando o inventando a capricho. De hecho, no tenían ni precaución de hacer una obra coherente. Por poner un ejemplo palmario, se distingue perfectamente el origen yahvista o eloista de los textos correspondientes respectivamente a Judá e Israel. Las barbaridades son infinitas. Sabe Dios ( nunca mejor dicho ) que material tenían unos y otros cuando comenzaron a redactar la " LEY ". En todo caso, el " libro sagrado " es una chapuza desordenada e incoherente donde los más " sabios " de aquél tiempo, los únicos que sabían leer y escribir por más señas, y para eso no todos, se lo hicieron a lo grande en uno de los montajes más fantásticos de la historia, que sirvió a estos señores para mangonear Judá a su voluntad, empezando por establecer un impuesto puramente " eclesiástico ", es decir solamente para ellos y terminando por poner y quitar reyes y meter cuña para ver si podían hacerse un espacio en el reino de Israel, gobernar en la sombra, y eliminar a la competencia, pues había mucho Baal y otros dioses por aquél entonces entre los hebreos, como la propia Biblia no se cansa de repetir y rezongar.
Con respecto al islam la cosa se sale de madre por todas partes. El " profeta " es uno de los mayores criminales de todos los tiempos: gigoló de la propietaria de una caravana, analfabeto, ladrón, pederasta y delincuente hasta la médula, asentó a sangre y fuego los principios de la religión más cruel y sanguinaria, irracional y retrógada que hay sobre la faz del planeta. Y sigue creciendo: la violencia, la amenaza, la coacción y el asesinato son argumentos muy efectivos, como estamos viendo todos los días en los medios de comunicación. No son de extrañar las salvajadas que cometen, no hacen más que seguir el modelo de su maestro. A quien no sea de la secta hay que matarlo. Eso es lo que le dijo Alá al profeta a través del arcángel San Gabriel. Es de creer. Y esta es la religión de la paz.
Pero hay que decirlo, tal fue el éxito del montaje que miren Vds. lo que ha dado de sí y hasta donde ha llegado. En fin, a ver si algún día - Dios lo quiera - metemos a esos delincuentes en cintura por usurpación de estado civil, por decir el delito más ligerillo, no vayamos a hablar de estafas y delitos contra la propiedad, menos de genocidio o lesa humanidad. Pero Dios no querrá y, aunque no existe, los hombres le tienen más miedo del que se imaginan. Tiene unos " servidores " dispuestos a todo con tal de vivir bajo su sombra.
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