sábado, 18 de junio de 2016

EL GRAN CAZADOR

                                                        
                                 
                                       
Carlitos abrió sigilosamente la puerta. No había nadie. Entró en la habitación de su hermano sobre las puntas de los pies, avanzó hasta la escopeta y la descolgó de la pared. La sopesó entre sus manos, y anunque era un poco grande y pesada, la agarró con fuerza para demostrarse a sí mismo que estaba más que capacitado para andar con ella. Su hermano se la había dejado en muy pocas ocasiones, siempre durante poco tiempo, siempre vigilado, nunca a gusto, y solo le había dejado disparar unas pocas veces, muy pocas para las ganas que tenía Carlitos. Su edad había sido el gran obstáculo, esos " nueve añitos ", como le decía siempre el pesado de su hermano, " casi diez " como se decía él mismo. 


                                          Resultado de imagen de muchacho abriendo la puerta sigilosamente                                                            


Pero ahora que la tenía en las manos la cosa iba a cambiar. Salió de la habitación con el arma en las manos, mirando temerosamente en todas direcciones mientras avanzaba hacia la puerta de la calle. Había esperado a que todos se hubieran ido, y aunque sabía que no había nadie en la casa no podía evitar andar como un delincuente, temeroso de ser pillado in fraganti en su fechoría. Agarró fuertemente la correa, echó la escopeta al hombre, salió a la calle y se dirigió al bosque con paso firme y decidido.


                         Resultado de imagen de niño con escopeta al hombro        


Caminó por la vereda que seguía el curso del río orgulloso de sí mismo, imaginándo en su fantasía ser uno de los héroes de tantas películas como había visto, solo que esta vez él era el héroe e iba a vivir su propia aventura. No se le pasaba por la cabeza matar leones o elefantes, como hubiese deseado su ardiente imaginación, ni tan siquiera soñaba con matar jabalís, venados o lobos: una carabina de aire comprimido le permitiría como mucho matar un conejo, un azor o una perdiz, pero su ánimo estaba encendido y avanzaba con paso marcial, seguro de sí y decidido a conquistar el mundo.


                                       Resultado de imagen de niño en uniforme de cazador


Disparó a todo cuanto llamaba su atención: a las ramas, a las flores, a las piedras, a una hoja flotando sobre las aguas del río... Le gustó el efecto que hacían los balines al penetrar en el agua, estuvo disparando hasta que pensó que era mejor ahorrar la munición para asuntos más serios. Pero no estaba teniendo suerte. No encontraba ninguna pieza a su gusto. La mayor presa que encontró fue un cuervo en lo alto de un árbol, demasiado lejos para poder tan siquiera apuntar. Disparó sin embargo, pero lo único que consiguió fue que el cuervo echara a volar graznando.


                           Resultado de imagen de niño cazando pájaros
                                       

Así caminó sin rumbo durante un largo rato, disparando aquí y allá más para compensar su frustración que para satisfacer una ilusión que se iba diluyendo a medida que iba pasando el tiempo. De pronto oyó un trino cercano. Buscó atentamente con la mirada y vio a pocos metros a un pajarillo sobre una rama. Como ya tenía el arma cargada se fue acercando cautelosamente hasta donde creyó posible llegar sin espantar al ave. Apuntó cuidadosamente. Contuvo la respiración para que la escopeta no se moviese. Se concentró al máximo hasta tener al pajarillo perfectamente alineado en el punto de mira. Disparó. El ave pió de una manera extraña, batió ligeramante las alas y cayó al suelo. A Carlitos se le iluminó la cara y salió corriendo a recoger su presa.


                                     Resultado de imagen de niño cazando


Se dio cuenta de lo que acababa de hacer cuando tuvo al pajarillo en las manos. Le faltaba una pata y la otra estaba destrozada, colgando de un hilillo de carne. Tenía el vientre destrozado por el balinazo, las plumas ensangrentadas, estaba agonizando. Carlitos sintió de repente como un fogonazo, un rayo luminoso dentro de su cerebro. " No te mueras, no te mueras, no te mueras... ", exclamó llorando. Pero el pajarillo no reaccionaba. " No te mueras, no te mueras, no te mueras... " repetía desesperado, corriendo de un lado al otro y tratando de reanimar al pajarillo, todavía caliente, pero ya cerrados los ojos y la cabeza colgando inerte en las manos de Carlitos.


                      Resultado de imagen de niño matando pájaros


Nunca lloró tanto. Las lágrimas brotaban a raudales, rodando por sus mejillas y dejándole un sabor amargo en los labios. Corrió, gritó, se tiró de rodillas, se golpeó en el rostro... Finalmente agarró la escopeta por el cañón y empezó a golpearla contra un árbol hasta que la destrozó. Luego tiró los restos al río. Caminó durante largo rato sin rumbo fijo, llorando amargamente, maldiciéndose, aullando como un animal salvaje. Cuando pudo calmarse un poco pensó lo que iba a hacer con el pajarillo, todavía tibio entre sus manos. 


                            


Buscó un lugar que le pareció apropiado y comenzó a escarbar un hoyo con las manos. Allí depositó al ave, cubriéndola con flores que fue encontrando aquí y allá, rezando como nunca había rezado, llorando y gimiendo sin parar. Hizo la tumba más hermosa posible en aquellas circunstancias, adornándola como mejor supo o pudo, perdida la noción del tiempo, concentrado únicamente en aquella labor. Cuando fue consciente de que ya no podía hacer más se alejó llorando sin consuelo.


                                Resultado de imagen de niño con escopeta al hombro


Cuando regresó a casa al primero que encontró fue a su hermano. " Acabo de romper tu escopeta ", le soltó a bocajarro. Pensó que el hermano le iba a dar una paliza, pero consideraba que era el justo y merecido castigo a su atrocidad. El hermano lo miró atónito. Carlitos le contó todo lo sucedido ahogado en lágrimas, pidiendo a su hermano que le castigara por haber destrozado la escopeta. El hermano lo miró seriamente y le dijo: " De eso nada. Hiciste muy bien, y yo tengo que asumir también mi parte de culpa. Nunca más a las armas ".          


                          Resultado de imagen de niño con escopeta al hombro



No hay comentarios:

Publicar un comentario