lunes, 10 de junio de 2013

MUJER ENAMORADA


 






Hace calor. Estoy sola y, absorta, miro al jardín mientras mis figuritas se hornean. Pienso en ti, en nosotros. Sé que quizás este sentimiento no sea correspondido en la misma medida, pero no me importa. En el amor quien más quiere es también quien más siente.Te amo tanto que deseo que, aunque no sea conmigo, conozcas también el Amor. Alguien me dijo una vez que el amor de los jóvenes está en los ojos, no en el corazón. Soy una mujer, no una jovencita, y este amor sin orgullo que yo siento llena mis días y mis noches a pesar de no verte.


Hace tiempo que no hablamos. Ya no vienes a nuestro rincón, y te añoro tanto... Cada día voy allí con la ilusión de encontrarte y a la vez con la incertidumbre de que no estarás. Unas veces me voy deprisa, otras, sin embargo, me quedo allí un buen rato recordando los momentos más dulces de nuestra amistad.

Al principio no me gustabas. Entraste como elefante en cacharrería, destruyéndolo todo, buscado pleitos y hablándome despectivamente, recuerdas ? Yo, que soy la discreción y la calma, me horroricé de tu comportamiento, incluso me sentía un poco intimidada porque me recordabas a otra persona. Después de varios desencuentros nos alejamos. Tú frecuentabas un bar muy popular entonces, yo mi club de amigas. Pasado un tiempo, como seguías teniendo problemas provocados por tu carácter pendenciero, alguien te propuso crear tu propio espacio, donde pondrías música y hablarías en libertad. Lo hiciste lleno de ilusión y buenos propósitos, pero nadie acudió a tu reclamo. Te sentiste traicionado y te enfadaste con el mundo. Todo iba cada vez a peor.

Una noche, en un impulso, decidí entrar en tu disco-pub. Allí estabas tú, solo y enfadado, como siempre. Estuvimos hablando un buen rato. Cuando me fui mi opinión sobre ti había mejorado. A partir de ese día nos encontrábamos allí sin citas ni obligaciones, sólo cuando nos apetecía. Hablábamos de nosotros, de los demás, de música, de pintura..., hasta de fútbol. Tú, merengón, yo culé. Me estoy riendo recordando nuestros piques.

Muy pronto me sentí atraída por ti y poco a poco me fui enamorando. Me dedicabas canciones tiernas y tenías detalles bonitos que compensaban tu rudeza.  Nunca te hablé de mis sentimientos hasta que un día me dijiste que yo era tu amor y lo proclamaste a los cuatro vientos. Algunos se reían de lo nuestro sin comprender que ningún amor es ridículo, otros me compadecían porque a veces hablabas de mi con despego. Nunca me importó el decir de la gente, porque a nuestra manera éramos felices. Tú dices estar harto de lo virtual, yo tengo miedo a dar el paso al mundo real. Temo que la realidad nos asfixie y nos separe para siempre. Me partiría el corazón. No quiero hacerte daño. Me estoy despidiendo despacito de ti, hasta que se nos vaya la costumbre y quede sólo el cariño como un dulce recuerdo. 



Dedico este relato a tu corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario