viernes, 15 de febrero de 2013

LA CUEVA




No tengo apenas recuerdos, ni tampoco sé como he llegado a este lugar  lleno de sombras, donde la oscuridad sería absoluta si no fuera por la luz que emite mi cuerpo. Las sombras se mueven a mi alrededor procurando no rozarme. Me contemplan con sus ojos vacíos de expresión y carentes del brillo que da el pensamiento, mientras hacen gestos de estupor y desagrado ante la luz que emito. Es evidente que les hace daño, la oscuridad es todo lo que conocen y a lo que sus ojos están acostumbrados.
Quiero saber cómo han llegado hasta aquí y también como perdieron su luz, si es que alguna vez la tuvieron. Pero no responden a mis preguntas ni tampoco muestran curiosidad por conocerme. Trato de comunicarme con ellas, explicándoles que hay otro mundo fuera de esta fría oscuridad monótona y sin esperanza, pero sólo consigo enfurecerlas.  
Tengo mucho frío, porque las sombras no emiten calor y además el ambiente es hostil, ya que mi presencia luminosa les muestra una realidad diferente que no quieren conocer. Estoy solo, y esa soledad es tan grande como mi frío. Busco desesperado la puerta de salida. O no existe o no la encuentro.
Siento que mi luz se está apagando. Eso me inquieta, porque no quiero perderla. Sé por instinto que sin ella mi esencia también se iría y me convertiría en otra sombra.







El resplandor que emite "El que vino de fuera" me deslumbra. Está sentado  tan cerca de mí que puedo escuchar su respiración . Me molesta que haya elegido mi cercanía. Su presencia perturba mi rutina.
Quiere saber como llegué hasta aqui y otras cosas que desconozco y no me interesan. No respondo y miro a otro lado  para mostrarle mi desagrado. Creo que está a disgusto entre nosotros. Me ha preguntado por la salida, está encogido en el suelo y su cuerpo tiembla. 
Su luz incomoda también a los Otros porque hace que nos veamos con más nitidez, limitando además los contornos de esta cueva a la que pertenecemos. Esta percepción nueva nos inquieta.
Un sonido extraño interrumpió de pronto mi sueño. Miré hacia la luz y ví con estupor que " El que vino de fuera" gemía mientras buscaba con desesperación la salida. Nuestras miradas se encontraron y por unos segundos sus ojos se convirtieron en un imán para los míos. Comenzó  a caminar hacia mí. Cuando llegó al lugar donde yo estaba se sentó en el suelo, pero esta vez su cuerpo rozaba el mío. Sentí que una sensación nueva me invadía. Intenté separarme, pero ni pude ni quise. Me quedé dormida escuchando su latido, con su mano en la mía. En ese momento comprendí el placer de lo cálido.






Estoy menos inquieto porque Ella está a mi lado y aprieta mi mano cuando mi angustia se convierte en pánico. Desde hace un tiempo está siempre conmigo y no permite que las sombras me hagan daño. Mi soledad ya tiene compañía. Ella es todo mi mundo y el brillo inteligente de su mirada en la mía mantiene mi esencia. 








Mi luz es cada vez más intensa y, aunque procuro ocultarla, su resplandor es tan fuerte que no lo consigo. Las sombras me odian por eso, también porque se dan cuenta de que busco la salida. Su agresividad hacia mí es cada vez mayor, e incluso temería por mi vida si llegaran a darse cuenta de que he encontrado la puerta.






.
Mi luz va perdiendo intensidad y mis pocos recuerdos del exterior son sólo sensaciones lejanas. Sólo existe el presente. No tengo ya tanto frío porque me estoy adaptando a esta cueva y además Ella me trasmite su calor.
Ella es cada vez más luminosa, lo que provoca en los otros una envidia que los ha vuelto todavía más hostiles y agresivos. Ahora es Ella quien, guiada por su luz, busca ansiosa la puerta de salida. También me hace preguntas sobre el exterior, que no recuerdo ni quiero contestar por temor a perderla. 












Él ha perdido su luz y ya no me reconoce. Sólo cuando tomo su mano noto que su semblante se dulcifica. Su tiempo se está terminando. Me quedaré junto a ÉL hasta el final, después saldré a la luz y abandonaré esta cueva para siempre.











Estoy muy cansado. Mi luz se extinguió  y apenas veo a mi alrededor. Las sombras me han aceptado y ya no me empujan. A veces noto calor cerca de mí y siento que alguien me abraza: Es agradable. Mi tiempo se termina.






Hoy el tiempo se ha terminado para Él, su espíritu viaja en paz al otro lado. Mi estancia en la cueva ya no tiene sentido. He recogido su débil cuerpo, y con él en mis brazos avanzo hacia la salida guiada por mi luz. Los Otros me miran con odio y desprecio, pero al ver mi determinación se van separando abriéndome el camino. También sienten alivio de que me vaya. Estoy fuera. La luz me invade. Ya no podría vivir sin luz.











No hay comentarios:

Publicar un comentario