miércoles, 2 de enero de 2013

BRUNILDA

Hola amigos,

Hoy estoy llena de buenos propósitos que, como cada año, espero poder cumplir si mi voluntad y los demás me ayudan un poco.

Aunque estoy un poco malita de la garganta me levanté temprano y me fui con mis perros a un bosque cercano. Me gusta verlos correr y jugar en plena naturaleza. Para llegar al bosque tenemos que cruzar un gran parque donde hay muchos animales en libertad a los que cada día llevamos comida.

Todo empezó con Brunilda, una conejita negra que encontraron mis perros en un campo hace tres años; era aún bebé, estaba herida en una patita y se notaba que era doméstica: sus dueños la habían abandonado a su suerte. Estaba aterrorizada y dispuesta a morir cuando mi perro Luigi la acorraló para jugar con ella. La recogimos inmediatamente, llevándonosla a nuestra casa donde la cuidamos durante un año, pero nos dimos cuenta que Brunilda no era feliz encerrada y daba muestras de que quería construir su propia madriguera: lo agujereaba todo e incluso deshacía los cojines para construir su casita.

Decidimos probar a soltarla con la llegada  del buen tiempo, y mientras tanto le ibamos buscando un lugar seguro donde instalarse. Finalmente encontramos uno en ese parque por el que pasábamos casi a diario. Era un recinto amplio y cerrado, lleno de árboles y escondrijos que reunía las condiciones para que nuestra Brunilda fuera feliz.

Un dia de junio mi hija Ana y yo, con mucho dolor de corazón, la llevamos al parque, donde después de besarla la soltamos en esa pequeña reserva a ver qué pasaba. Brunilda nos miró fijamente con sus ojitos negros y se quedó a nuestro lado muy quietecita observándolo todo, pero cuando íbamos a cogerla pensando que no quería quedarse, empezó a saltar y a olisquear por todas partes. Ana y yo nos fuimos a dar una vuelta para darle tiempo; cuando volvimos ya no estaba, ni tampoco acudió a nuestra llamada.

Desde entonces cada día le llevamos su pan y su zanahoria, y aunque no se deja ver sabemos que está allí porque cuando hay nieve aparecen las huellas de sus patitas en el lugar donde le dejamos la comida. Hemos visto también una vez un conejito bebé, mezcla de blanco y negro, que pensamos es hijito de Brunilda.

Buen día a todos.





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